¡El agua es vida!

Una lección que el peregrino aprende rápidamente en el Camino Mozárabe.

Los habitantes lo saben bien: durante milenios, a lo largo de todo el recorrido del Camino Mozárabe, han desarrollado maravillosas técnicas para domar el agua, muchas veces tan escasa y preciada aquí.

Una vez más, fueron los romanos quienes dejaron tras de sí las obras más espectaculares, como el embalse de Prosperina o el impresionante acueducto de Mérida.

Los arabo-bereberes desarollaron una red de acequias, que todavia alimentan los abrevaderos y las fuentes encantadoras que el peregrino mozárabe encuentra en los pueblos de las Aplujarras almeriense o en Quentar.

La árida Sierra Nevada está atravesada por miles de kilómetros de acequias, canales horizontales que recogen agua para hacer correr las generosas fuentes de los pueblos de las Alpujarras, de Quentar, regar la Vega de Granada o llenar los maravillosos aljibes árabes.

En el siglo XX, el “plan Badajoz” transformó por completo el paisaje del valle del Guadiana, transformando la dehesa , y ofreciendo a los peregrinos mozárabes travesías de exóticos arrozales y extraños poblados de colonización como Yelbes.

Incluso los olivares andaluces ahora están irrigados por redes de tuberías subterráneas invisibles.

Por todo su recorrido, el Camino mozárabe atraviesa presas, discurre por acequias y refrescantes lagos artificiales.

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